EOE
Docentes inquietos por padres sin autoridad
Lo señalan especialistas en educación preescolar
Por Silvina Premat | LA NACION
Una maestra en acción: los docentes cada vez ocupan más el
vacío que dejan los padres. La falta de autoridad de los padres sobre los hijos
y el papel que deben ocupar los docentes frente a ese vacío inquietan a los
especialistas en educación. Consideran que dar a elegir todo a los niños es una
manera de abandonarlos frente a decisiones que los exceden, algo que perjudica
mucho su aprendizaje y formación.
Unos 1300 educadores asistieron al encuentro realizado por
la Organización Mundial para la Educación Preescolar (OMEP).
"Debe entenderse que la tecnología no reemplaza a los
padres", afirmó Diez Navarro durante una entrevista con LA NACION en la
que advirtió los efectos nocivos que trae aparejada la fragilidad del papel del
padre actual. Esta autora de una quincena de libros dirigidos a docentes de
educación inicial y directora de una escuela privada no confesional de Alcalá,
afirma que "dar a elegir todo a los niños es igual a abandonarlos".
-¿El manejo de la tecnología por parte de los niños inhibe a
los padres en su función?
-Sí, porque es magnífico y fascinante ver a un chico de dos
años y medio que sabe buscar fotos y manejar el iPad, como pasa con mi nieto,
que lo hace más velozmente que yo. El pequeño copia comportamientos. El mayor
queda tan admirado que se bloquea y dice: "Este niño es muy listo, sabe
todo, es un dios". Y si luego tiene que frenarlo en algo, no puede hacerlo
porque lo ha colocado en un sitio que no es el que le corresponde.
-¿Cómo influye esta actitud del adulto en la formación del
niño?
-Es una pérdida. Lo que está pasando es peligroso. Vemos que
los niños siguen teniendo los mismos impulsos, la misma curiosidad, pero ahora
están como más "malvados" por decir así, por haberlos puesto en un
sitio que no es el suyo y porque el adulto se ha retirado.
-¿Cómo es eso?
-Buscando el bien del chico el adulto dice "que elija
él" o, como está de moda ahora, "que se autorregule". Se le
dice: "Si quieres comer, come" o "Si quieres acostarte, hazlo, y
si no, quédate levantado". Así, están saliendo niños que tienen problemas
para alimentarse y para dormir, y para aceptar la frustración. Es como si
hubiésemos puesto una bandera que indica que la frustración es lo peor de esta
vida. Pero la frustración es parte de la vida.
-Es puro sentido común...
-Sí, pero lo hemos perdido completamente. Conozco muchos
casos como el de una madre que no cambió el pañal de su hija de un año y medio
porque la niña se negaba a que lo hiciera. Los otros niños pedían que la
cambiaran por el olor que desprendía el pañal sucio de la niña. La madre dijo:
"Cuando ella lo quiera". La niña lo quiso dos horas después.
-¿Es falta de autoridad?
-Sí. Y no es un favor para los chicos. Tú le dices a un
niño: yo te quiero, soy mayor y te digo "esto no". Enseñarle a tener
límites es un favor que les hacemos porque cuando crezcan y salgan a la calle
nadie les dejará que hagan lo que quieran. Este es de los problemas más serios
que hay ahora porque el niño está confundido. Si porque quieres mucho a tu hijo
de dos años lo dejas decidir cuándo y qué comer, lo estás abandonando y lo
estás dejando solo con decisiones muy grandes para él.
-¿Esta actitud tiene efectos en el aprendizaje?
-Claro. Si el niño tiene límites definidos se dedica a
aprender, a jugar, a estar con amigos. Si tiene algo poco claro, repite el
comportamiento mil veces. Son estos niños que se suben arriba de la mesa, por
ejemplo, cuando están con la maestra y entran los padres. Lo hacen como para
ver quién manda más.
-Por miedo a acusaciones de abuso sexual o responsabilidad
civil muchos maestros se retraen en el contacto con los chicos. ¿Pasa esto en
España?
-Sí, pero no en una dimensión importante. Hay que confiar en
que el maestro es una buena persona. Lo otro es muy poco común frente a los
miles de buenos maestros. El cuerpo es muy importante porque es vehículo de
todo. En España ahora está creciendo una corriente por la que las maestras no
quieren cambiar a los niños argumentando que estudiaron para otra cosa y que
para eso hay que designar auxiliares. Sin embargo, el docente debe acompañar a
crecer al niño en lo intelectual, en lo afectivo, en lo relacional. Y así como
responde sus preguntas y le enseña a escribir, también le cambia los pañales o
lo ayuda si le sangra la nariz.
-¿Sugiere incorporar los nuevos medios en la educación?
-Hay que sumarlos en la medida de lo necesario. En nuestra
escuela damos un tallercito de informática de una hora a la semana a los niños
de 4 y 5 años; allí se les enseña a manejar el lápiz óptico, los colores, hacer
fondos, etcétera. Pero no quitamos los pizarrones de tiza porque son tan
placenteros como la tierra: escribes y borras, y da igual. Los niños pequeños
deben llegar a la tecnología poco a poco.
-¿La prioridad sigue siendo la relación docente-alumno
cuerpo a cuerpo?
-Sí, porque cuando se prioriza tanto la tecnología como los
rendimientos, y se dejan de lado las relaciones humanas, la educación pierde su
significado, que es enseñar a socializarse, a manejarse con la gente. Lo otro
puede hacer expertos en algo pero luego se llevan de bofetadas con sus
compañeros. Estoy pensando en un alumno mío que con la máquina le gana hasta a
su padre y de lo único que habla es de eso, no juega con otros juguetes y se
aburre si no está con la maquinita. Tiene cinco años y para él ése ya es un problema.
El papá del niño es un adicto a la informática.
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