Un servicio de http://www.sanjosepergamino.com.ar - Todo lo que pasa en el Cole... está en la WEB

1 de julio de 2011

Producciones Escritas

SECUNDARIA - Profesora: Cecilia Murisengo

Las siguientes son producciones realizadas por los alumnos de 2do "A" Secundaria en Prácticas del Lenguaje a partir de la consigna...
________________________________________________

 "Cuentos por Encargo" de Marcelo Damiani

 El barco pirata estacionó frente a mi casa. Los marineros engancharon el ancla en el árbol del vecino y se apostaron a lo largo de la calle mirando hacia adelante con cara de desalmados. Al rato bajó el capitán y golpeó a mi puerta; le abrí, él entró sin ningún tipo de preámbulos y se acomodó en el bar destrozado que me quedó de un fallido cuento de vaqueros. "Usted es escritor, ¿no?", me interpeló en un idioma desconocido; por suerte los dos manejábamos el mismo código literario. "No; soy guionista", respondí. "Es lo mismo", dijo, "necesitamos alguien con mucha imaginación". "Los críticos dicen que yo no tengo ni una pizca", señalé. "Bien", murmuró pensativo, "ése es un buen signo". Hizo una pausa; tomó un vaso de whisky que había por ahí, y me miró. "Mi tripulación y yo tenemos un problema. No encontramos una buena aventura desde hace años. Nadie nos quiere dar lugar en sus historias; dicen que ya no servimos para nada porque estamos pasados de moda... Así que decidimos tener nuestro propio escritor". Lo único que faltaba, pensé: piratas con problemas existenciales. "Mire", le dije, "los relatos de aventura no son mi especialidad." "Eso no nos importa", masculló, "pónganos en el género que quiera." Se puso de pie bruscamente, se dirigió a la puerta y agregó: "Le damos una semana. Y no intente traicionarnos. Los dos escritores que lo intentaron ya no pueden escribir más". Y se fue.
Entonces, por las dudas, empecé a escribir este cuento.

 ___________________________________________________________

Piratas del Siglo XV

  Estaba allí cuando la vi, se acercaba lentamente, o eso parecía. Cada vez más cerca, encapuchada de ojos negros. Cerré los míos. Los abrí nuevamente: permanecía allí, frente a mí, mucho más grande. Y, al mirarla a los ojos, penetró en mí, y morí.
  Esto sucedió debido a una guerra que tal vez no aparezca en los libros de Historia, pero que se desarrolló en el año 1556, exactamente 64 años después de que Colón llegara a América. Y si quieren saber con más detalles por qué y cómo morí, lean la historia:
  Zarpábamos de Londres en dirección a América en busca de un gran tesoro, tan grande que algunos lo consideran el más grande e increíble que el mundo haya visto. También hay quienes dicen que la isla en la cual estaba situado era de oro.
  Motivados, mi  persona y la tripulación, en ochenta días ya estaríamos allí. Si no hubiera sido porque nos topamos con una tormenta terriblemente fuerte, tan fuerte como para que yo, el capitán, tuviera que tomar el timón. Esto nos atrasó de tres a cuatro semanas, no importa exactamente cuántas. Lo que sí importa es lo que sucedió. A causa de esa  tempestad perdí veinte de los cien tripulantes que tenía, un número bastante considerable, sumado al retraso sufrido.
  El viaje hacia la Isla de Oro, como la solían llamar, no tuvo esa sola dificultad, sino que también encallamos en un arrecife, donde rara vez hay tiburones. Pero ésta fue la excepción. En pocas palabras, cinco piratas fueron devorados por un solo tiburón.
  Ya llevábamos veinticinco muertos, lo que dificultaba aún más el viaje.
  Increíblemente llegamos a la isla. Allí acampaba el ejército español, el cual nos atacó. Fue la lucha más dura de mi vida. Hasta que una espada  atravesó mi cuello y mi cabeza; morí.

  De no haber perdido tantos hombres en el viaje, los hubiéramos derrotado. Por el contrario, acabaron con la vida de mis compañeros…y la mía.
  Alumno: Francisco Grattone Dapur

______________________________________________________

Los piratas literarios

  Era una tarde nublada. Estaba sentado en un sillón, descansando, cuando tocaron el timbre de mi casa. Me asomé a la puerta. Vi un hombre alto, con barba y aspecto raro.Cuidadosamente, le abrí, me entregó un sobre y se fue corriendo, sin decir nada.
  Intrigado por saber de quién era el sobre, me senté nuevamente en el sillón. No decía quién lo enviaba ni desde dónde. Lo abrí y empecé a leer. Me enteré de que se trataba de una banda de piratas que acababa de secuestrar a mi esposa. Lo único que querían era que escribiera una historia de piratas para luego venderla. Si no lo hacía, matarían a mi esposa. Por las dudas, llamé a mi esposa que estaba de viaje. No atendía. Llamé al hotel donde se había quedado y me dijeron que lo había abandonado ese mismo día.
  Por las dudas, llamé a mi esposa que estaba de viaje. No atendía. Llamé al hotel donde se había quedado y me dijeron que lo había abandonado ese mismo día.
Al final de la carta me escribieron que debía ir con la historia a Thomas Street 239. Era sobre la costa, no lejos de mi casa. Según recordé, se trataba de una casa despintada y abandonada en una esquina.
  Asustado, decidí no llamar a la policía por si algo le sucediera a ella. Así que me puse a escribir la historia.
  Estuve horas y horas hasta que finalmente la terminé.
  Ya eran casi las ocho de la noche. Me apresuré a bañarme y a cambiarme. Ya era tarde, no se veía nada y tenía que reunirme con los piratas. Salí apresurado en el auto. Llegué al lugar. Estaba muy oscuro y no se podía ver nada. Me asomé a la puerta y golpeé. Me atendió el mismo hombre que me había dejado el sobre, me hizo pasar y me ordenó estar callado. En el living estaba mi esposa, atada, con tres piratas vigilándola. Me pidieron la novela. Se las entregué, y me preguntaron si estaba todo bien. Les respondí que sí, y liberaron a mi esposa. Me dijeron que si la novela no tenía buena venta, nos matarían. Finalmente nos dejaron ir.
  Al mes siguiente, mi esposa y yo estábamos de vacaciones en Córdoba en un lugar hermoso con montañas y ríos. Estuvimos allí una semana. El último día, cuando estábamos saliendo del hotel para cargar el equipaje en el auto, vimos a tres hombres que se acercaban a nosotros. Me di cuenta de que eran los mismos piratas de la otra vez. En ese instante me golpearon la cabeza y me desmayé.
Cuando me desperté estaba atado a una silla, rodeado de piratas. La habitación me resultaba conocida.
  Ahora sigo esperando que esta vez sea mi esposa  quien les entregue la novela que me salvará. Ojalá que escriba mejor que yo…
 Alumno: Juan Cruz Bologna Volaric

No hay comentarios: